Campos de tierra
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ERNESTO ESCAPA
20/08/2017
Aunque el primer aldabonazo lo dio, hace ahora un siglo, desde la cornisa de los Torozos que asoma a Rioseco, el escritor Ramón Pérez de Ayala con su enmienda: «Que llaman Tierra de Campos, a lo que son campos de tierra». Un vecino de esa misma comarca, el ingeniero forestal Raúl Blanco Esteban, propone en su tesis doctoral la recuperación del paisaje de Campos, como medida quirúrgica para evitar la deserción y que el veneno del pesimismo acabe arruinando el granero.
Porque Tierra de Campos ha perdido en el último medio siglo el setenta por ciento de su población.
Las propuestas de Raúl Blanco no se recogen en la Agenda oficial, pero son el resultado de un estudio solvente y de una vivencia radical. Y tampoco incurren en el disparate inabordable, sino que se ordenan en poco más de medio centenar de actuaciones, que tienen que ver con la restauración de ríos y arroyos atropellados por la agricultura intensiva para que vuelvan a fluir, con la reforestación que aporte diversidad ecológica y con la corrección del impacto desagradable que supone la proliferación de construcciones agrícolas y ganaderas sembradas al tuntún, sin gusto ni criterio. Una vez que la realidad ha enmendado las sucesivas estrategias, ¿qué razón hay para seguir desoyendo propuestas como las del doctor villalonés Blanco Esteban, que tienen que ver con el cambio productivo del modelo agrario?